
Emigración Asturiana en México
En el siglo XIX se produce una importante mejora de los medios de transporte marítimo que incorpora extensos territorios americanos productores de materias primas y artículos alimenticios al mercado mundial. Las amplias tierras para explotar y los fáciles transportes para viajar iban a provocar el mayor movimiento de la población de la historia europea. Millones de europeos de todos los países emigraron entonces a América buscando nuevas oportunidades.
Asturias y las otras regiones atlánticas españolas participaron destacadamente en esta gran
corriente migratoria, que se generalizó en el Principado antes de terminar el siglo pasado.
El primer tercio del siglo XX registra el mayor contingente de salidas de todos los tiempos. En total el número de emigrantes superó en un siglo la cifra de 330 mil asturianos, esto es, más del 40 por ciento de la población asturiana en 1930.
Todos esos emigrantes que abandonaron Asturias a finales del siglo XIX y principios del XX, rumbo a México, Cuba, Argentina, Chile o Venezuela, se denominaron “Los Indianos” y que después regresaron a España con grandes fortunas.
Se dedicaron a comprar tierras y títulos de la deuda a empresas rentables. Aprovecharon las ventajas que proporcionaban la expansión de las explotaciones mineras y las industrias metalúrgicas para crear sociedades que podían atender una demanda derivada.
Los indianos promovieron numerosas casas de banca, que canalizaron primero buena parte de las remesas de los emigrantes y sirvieron después a la expansión de la banca asturiana, beneficiándose de los intercambios comerciales con América, cada vez más intensos a medida que aumentaba allá la colonia asturiana.
Pueden destacarse las inversiones realizadas por los indianos en Gijón, convertida desde mediados del siglo XIX en el punto de confluencia de la actividad industrial de la región, con cuantiosas inversiones en el sector naviero, adquiriendo numerosos barcos para el tráfico peninsular y ultramarino, montaron diversas fábricas de loza, de chocolate, de sidra y aguardiente para atender las demandas de una población en constante crecimiento, y, asimismo, se beneficiaron de esta expansión haciéndose dueños de buena parte de las fincas urbanas y construyendo casas para alquilar.
175 años después se repite la historia de muchos inversores mexicanos en España.